Por su parte, Helicoverpa zea u oruga de la espiga muestra alta incidencia en maíces tardíos con tecnología Bt, con incidencia reportada de hasta el 98 %. Esta plaga es importante, no sólo por los daños directos que ocasiona, sino también por favorecer la proliferación de hongos y la contaminación con micotoxinas.
Además, indicó que la chicharrita del maíz Dalbulus maidis se expandió en la campaña 2023/24 hacia el centro y sur de la zona maicera, favorecida por un invierno benigno y el escalonamiento de siembras. “Es una plaga emergente, sobre la cual todavía tenemos que generar conocimiento para su manejo y el complejo que transmite”, señaló Szwarc.
Frente a este escenario, el investigador remarcó que el camino es un Manejo Integrado de Plagas (MIP) con una visión sistémica u holística:
“Necesitamos diversificación de siembras, rotaciones, potenciar y fortalecer el control biológico, no sólo a través de bioinsumos, también naturalmente a través del diseño de paisaje, cultivos de servicio, refugios en cultivos Bt y aplicar fitosanitarios de manera responsable”.Para Szwarc, el verdadero cambio está en la forma de pensar la producción: “La pregunta ya no es cómo controlar una plaga, sino cómo diseñar sistemas agrícolas que no las favorezcan. Pasar del control al manejo y posteriormente al manejo integrado del agroecosistema, desde una visión integral y sistémica. Ese es el futuro si queremos sistemas productivos, resilientes y sostenibles”.
Fuente: Inta.